miércoles, 14 de noviembre de 2012

Para Hacienda somos tontos

Hace unos días estuve en una oficina de Hacienda. Tenía que resolver un trámite.
Al llegar hay que decidir un ticket de seis posibles. Cada uno con un nombre, por ejemplo Renta, y eso te llevará a hacer cola ante un televisor durante un largo rato.
No te aclaras y acudes a la ventanilla de Información, pero no hay  nadie. Preguntas al guardia jurado si va a volver el funcionario de la ventanilla y te dice que no es su tarea informar de eso. Aunque el de al lado dice: "No, si ya no hay nadie desde hace meses" y hace el gesto de la tijera con los dedos. Ya esta nueva realidad te pone en tu sitio. Empiezas a darte cuenta que ya no eres un ciudadano con derechos. El primero de todos. Que te atiendan como a una persona, ha desaparecido. Estás en Hacienda.

Tras elegir dos números diferentes, fui a mi primera ventanilla. Allí me mandaron a otra nueva diferente, no sin antes disfrutar del premio de la nueva espera. En esta segunda me volvieron a mandar a la primera. Me cabreé y por fin la señorita dejó de sonreir tontamente para llamar a su responsable. El cual no supo responder a mi pregunta. Tan sólo acertó a decir: "A mi no me consta". Yo le dije que a mi tampoco, que de hecho estaba allí por eso. Para que dejara de no constarme y convertirse en un cerciorarme. Pero nunca llegó a utilizar este segundo verbo. Y aunque el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. Lo que ninguna ley dice, y debería, es que el desconocimiento del representante de la ley debería eximirle de su cargo.

Tras una hora y pico de espera y no conseguir nada de nada, salí de allí reptando cual cucaracha kafkiana. Y sin poner una reclamación, sabiendo que en este país es como masturbarse. Te desahoga pero nunca traerá a tus brazos a la criatura que esperas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario